El crecimiento de la demanda de pienso para el ganado ha aumentado la producción de químicos ad-hoc. Se estima que cerca de 4.5 billones de litros de pesticidas se usan anualmente en Inglaterra. El daño que producen los pesticidas al medioambiente está ampliamente documentado: pueden afectar las poblaciones de vida silvestre (desde los escarabajos y otros insectos hasta las aves) y muchos de ellos están prohibidos por ser dañinos para la salud humana.
No obstante, los pesticidas son sólo una parte del problema. El Dpto.para Asuntos Alimentarios, Medioambientales y Rurales del Reino Unido (DEFRA) estima que cada año los agricultores desechan cerca de 80 millones de toneladas de desechos animales a la tierra. Las vacas lecheras producen 57 litros diarios de excretas. Sólo en el Reino Unido, los desechos generados por la producción industrial de ganado para carne es de 8 billones de toneladas por año. El sistema industrial crece un 4% anualmente, una tasa que en el futuro generará desechos cercanos a los 20 billones de toneladas para el año 2020. Como el sector industrial de producción cárnica está separado de la tierra en la que crece el ganado, gran cantidad de estos desechos orgánicos (excretas) no vuelven a la tierra como fertilizantes. Es decir, se transforman en un depósito medioambientalmente peligroso.
Los desechos fecales animales pueden ser 100 veces más contaminantes que nuestros desechos domésticos no tratados. Los líquidos percolados (el que se produce al almacenar estos desechos) son 200 veces más contaminantes. Explicaremos porque: las excretas contienen altos niveles de nitrógeno y fósforo. Estos elementos pueden filtrarse a las aguas subterráneas y contaminar depósitos de agua, lagos y ríos; contaminando las algas, favoreciendo el crecimiento de algas oscuras que atrapan la luz del sol y producen bacterias que consumen el oxígeno del agua, en el peor de los casos, matando a los peces y poniendo en peligro la salud de la fauna local. Este proceso es conocido como Eutrofia, es producido mayormente por la producción industrial de ganado para carne.
Los desechos urinarios contienen altos niveles de amoníaco, que puede afectar el crecimiento de las plantas y contribuye a la acidificación del ambiente (lluvia ácida), además de contaminar las aguas y el aire, lo que afecta la biodiversidad local y global. De 208.000 toneladas de amoníaco emitidas en los Países Bajos en 1993, 181.000 toneladas provenían de granjas ganaderas. De acuerdo con la Agencia Medioambiental, un 5% de los Sitios de Interés Científico en el Reino Unido están sufriendo cambios por la acidificación del medio.
Acres Fantasmas
La mayor parte de la tierra con que se alimenta al ganado –que a su vez alimentará a la población de los países desarrollados—se ubica en lugares donde el alimento es más escaso: los países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Europa importa un 70% de las proteínas para alimentación del ganado, por ello el Parlamento Europeo ha dicho que “Europa puede alimentar a su gente, pero no a sus animales de granja”. Amigos de la Tierra ha calculado que en 1996 Inglaterra importó 4.1 millones de hectáreas de la tierra de otros países.
“En Brasil solamente, se usa el equivalente a 5.6 millones de acres de tierra para cultivar soya para alimentar a los animales en Europa. Estos “acres fantasmas” son el objetivo de la eficiente agricultura high-tech...” (Tim Lang del Centro para la Política Alimentaria)
Estas tierras contribuyen al fomento de la desnutrición mundial y el empobrecimiento de la población que cultiva tierras para alimentar a los animales en vez de producir para su propia alimentación. Los monocultivos intensivos degradan la calidad de los suelos y vuelven económicamente más vulnerables a las poblaciones, alejándolas de la sustentabilidad agrícola. Por ello, la salud mundial requiere cambiar el poco saludable gusto por la carne animal.
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