Gobierno aprueba más frutas, legumbres y proteínas vegetales en los comedores escolares de España

¿Los comedores escolares velan por una dieta equilibrada y justa? En la actualidad, la bollería industrial sustituye a las frutas y las familias veganas obligadas a elegir entre su ética y la educación de sus hijos. Sin embargo, el Gobierno español aprobó este martes un decreto histórico: cinco comidas saludables semanales, menús 100% vegetales y el fin de los ultraprocesados. ¿Qué significa esta ley para los animales, los niños y el futuro de la alimentación?


En 2023, el hijo de Gracia Osuna, de cinco años, vio un cerdo despiezado en una carnicería. Desde entonces, se negó a comer animales. Su escuela en Palma de Mallorca no ofrecía alternativas veganas, pese a las solicitudes de la familia. “Para él, un cerdo es como un perro. No entiende por qué uno se come y al otro se le protege”, explica Osuna. Tras un año de trámites, solo recibió dos opciones: separar la carne de su plato o llevar su táper. Eligió lo segundo, pero no todas las familias tienen esa suerte. “Los comedores escolares eran el último reducto donde se ignoraba la dignidad de los animales y las convicciones de las familias”, denuncia Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. “Negar un menú vegano es como obligar a un niño a traicionar sus valores cada día. Es violencia silenciosa”.

Para revertir esta situación y atender los desafíos nutriciionales modernos, el Consejo de Ministros ha aprobado este martes el Real Decreto de Comedores Escolares Saludables y Sostenibles, un texto presentado por el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy. La nueva norma pone el foco en la lucha contra la desigualdad socioeconómica y en los menús por consideraciones éticas. 

El futuro decreto sobre comedores escolares obligará a que al menos el 45% de las raciones de frutas y hortalizas que se sirvan en los colegios e institutos sean de temporada, y fijará que el 5% del gasto mensual que cada comedor escolar se destine a alimentos de producción ecológica. Según datos de la Agencia española de seguridad alimentaria y nutrición (Aesan), el 40% de centros incumple el porcentaje mínimo recomendado para frutas y hortalizas de temporada y de proximidad, y el 44% obvia la recomendación mínima de productos ecológicos, a lo que se suma que el incumplimiento de estos criterios ha subido desde 2022. Además, un 30% programa tres o más raciones semanales de fritos, mientras un 37% sirve solo dos raciones de verdura fresca en ese periodo, lejos de las recomendaciones del Gobierno.

Según el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, el 70% de las máquinas expendedoras incumple los criterios nutricionales. Los datos son fríos, pero las consecuencias, ardientes: el 34.5% de la infancia española vive en riesgo de pobreza, y casi la mitad de los niños de familias con ingresos menores a 18.000 euros anuales padece sobrepeso. La bollería industrial y los platos precocinados —presentes en el 74% de los comedores— no son solo un problema de salud. Son una barrera ética. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir el consumo de carne para prevenir enfermedades cardiovasculares y diabetes. Sin embargo, en España, el 29% de los comedores sirve tres o más raciones semanales de fritos, y el 14% ignora las legumbres. El nuevo decreto no solo corrige esto: exige proteína vegetal en segundo plato, cereales integrales y dos raciones mensuales de productos ecológicos.

Pero hay más. La Academia Americana de Nutrición y Dietética afirma que las dietas veganas bien planificadas son aptas para todas las etapas de la vida. “No es una moda, es una evolución necesaria”, insiste Gascón“Cada menú escolar con carne consolida una industria que maltrata a 900 millones de animales al año en España. ¿De verdad queremos educar así a nuestros hijos?”.

El impacto ambiental añade urgencia: la ganadería genera el 14.5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Frente a esto, el decreto promueve frutas y hortalizas de temporada (45%) y producción local, beneficiando a agricultores y reduciendo la huella de carbono. “Es un triunfo para los animales, los niños y el planeta”, celebra Gascón.

Del táper rebelde al menú revolucionario

Gerardo Arias, refugiado de guerra en Valencia, llegó a España con sus hijos veganos. Un colegio público diseñó un menú especial para ellos, supervisado por una nutricionista. “Nos escucharon sin juzgar”, relata. En una escuela rural de Orense, Rebeca Bande, presidenta de la Plataforma por una educación sostenible, vegana y ecológica (ESVECO), logró incluir opciones 100% vegetales en el comedor. “El problema no es la dieta vegana, sino la falta de profesionales capacitados: un tercio de los menús no están supervisados por nutricionistas”, advierte.

Hay que recordar que no ha pasado un año desde que Noelia Estraviz, presidenta de la Asociación de Familias Unidas por un Menú Vegano Escolar (FEUMVE), sufrió un revés judicial en su lucha por garantizar una alimentación ética para sus hijas en la ikastola Haurtzaro de Oiartzun (Guipúzcoa). La Audiencia Provincial de Gipuzkoa desestimó en 2024 su recurso contra el centro, que desde 2014 se negó a ofrecer menús 100% vegetales. El tribunal consideró suficiente que la escuela “tachase los ingredientes de origen animal” del menú estándar, incluso cuando esto derivaba en platos incompletos: caldo de puerros sin pollo o lechuga como único segundo. “La justicia es una lotería y no siempre es justa”, lamenta Estraviz, quien tras gastar 5.756 euros en costas judiciales y cambiar a sus hijas de colegio en 2022, descarta apelar al Tribunal Supremo.

El caso revela grietas más profundas. Su hija mayor sufrió acoso escolar por ser vegana: “Te faltan proteínas, te vas a morir pronto”, le espetaban. Esta persecución impulsó a Estraviz a fundar FEUMVE, que hoy lucha contra la discriminación en comedores y promueve leyes inclusivas. Aunque la sentencia cierra su batalla legal, ella insiste: “Que tachar ingredientes baste para los tribunales demuestra lo lejos que estamos de entender el veganismo como un derecho, no un capricho”

El decreto garantiza ahora lo que estas familias conquistaron a pulso: alternativas veganas, menos frituras y máquinas expendedoras sin azúcares añadidos. Además, si un centro no puede ofrecer un menú vegetal, debe permitir el táper. “Es un avance, pero falta lo más difícil: cambiar mentalidades”, reflexiona Gascón“¿Cómo explicar que un niño llore por salvar a un cerdo pero luego le sirvan jamón en el plato? La escuela debe coherencia, no contradicciones”.

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