“El calentamiento global ha emergido como el problema medioambiental más serio del siglo XXI... Sólo tomando acciones ahora podremos no poner en riesgo a las generaciones futuras.” (Extracto de una carta al presidente de los EE.UU escrita por 49 científicos ganadores de premios Nobel)
Cuando el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso son expulsados al aire, cubren la tierra, atrapando calor dentro de la atmósfera. Éste fenómeno, conocido como “efecto invernadero” ha intensificado el calor a nivel global desde que con la industrialización, la cantidad de gases liberados a la atmósfera es gradualmente mayor.
La década de 1990 fue la más caliente de las que se tiene registro. El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) estimó que en el curso del siglo XX el promedio de la temperatura global aumentó en 0.6ºC. En las pasadas dos décadas, la tierra se ha calentado a una tasa más rápida que la de cualquier punto en los últimos 1.000 años. Y el mayor causante de estos problemas es el uso –y quema—de combustibles fósiles. La Agencia de Protección Medioambiental de EE.UU. Estimó que el uso de petróleo, aceite y gas producido para energía es el responsable del 98% de las emisiones de dióxido de carbono.
Un incremento de 0.6ºC puede sonar poco, pero los cientistas climáticos predicen que a esta tasa de cambio pueden haber desastrosas consecuencias. Mientras es difícil predecir hoy cómo nuestro sistema climático podrá adaptarse al incremento de las temperaturas globales, algunos posibles escenarios son el incremento de la masa de agua global y prolongados períodos de lluvias que pueden influir en la futura provisión de alimentos. El derretimiento de los casquetes de hielo polar y el aumento de las temperaturas marinas son las más preocupantes posibilidades. El Centro Hadley para la Predicción Climática y la Investigación (de la Oficina Meteorológica Británica) estima que si no se hace nada contra las emisiones de gases responsables del efecto invernadero, los niveles del mar pueden subir a más de 40 cm.para el año 2100. Este incremento podría tener desastrosas consecuencias para los habitantes de islas oceánicas y regiones costeras a nivel global.
¿Qué pasa con el ganado?
La ganadería industrial contribuye al cambio climático de diferentes maneras, pues consume combustibles fósiles para producir carne y además, es fuente de emisiones de grandes emisiones de gas metano. El metano es uno de los tres gases que se consideran responsables del calentamiento global, responsable de ser 21 veces más efectivo que el dióxido de carbono atrapando el calor en la atmósfera. Durante las dos décadas pasadas, la concentración de metano en la atmósfera se ha doblado.
El metano es producido por una bacteria en los estómagos de los rumiantes (ovejas, ganado vacuno y cabras) y es producido y excretado por los animales. Se ha calculado que las vacas lecheras producen cerca de 30 kg.más de metano por año que el ganado de cría extensiva (criado al aire libre): 84 kg.y 54 kg.respectivamente. La diferencia en la producción de metano se da principalmente por las diferencias en la dieta y los niveles de ejercicio que realizan los animales.
Además de este impacto directo, la cría intensiva de animales también contribuye indirectamente al calentamiento global, con la deforestación para despejar tierras y cultivar alimentos para el ganado. Así, disminuye la masa global “verde”: árboles que sintetizen el dióxido de carbono presente en la atmósfera.
Si te preocupa el calentamiento global y puedes velar por restringir el uso del coche, tomar duchas en vez de baños –y que sean de corta duración—, encender el calefactor el menor tiempo posible o usar bombillas de bajo gasto energético, ¿por qué no preocuparte también por el daño que tu comida está causando al medioambiente? El cambio a una dieta vegana podría ayudar a paliar –y porqué no, solucionar—los problemas energéticos y de polución del aire y la tierra.