Para el año 2022, los consumidores podrían estar comiendo carne cultivada en un laboratorio, según un informe del Consejo de Ética de la Alimentación (UK) publicado a principios de este año. Un informe reciente de la Unidad de Conservación de Vida Silvestre de la Universidad de Oxford también promociona la carne in vitro como una herramienta para reducir la huella carbónica de los animales y aliviar la presión sobre las tierras agrícolas y el uso del agua.
La carne cultivada in vitro llama cada vez más la atención de los defensores de los derechos animales, como PETA, que ofreció un millón de dólares como premio "para el primer científico que produzca carne in vitro y la lance al mercado ". Y aunque la investigación sobre la creación de carne in vitro sigue en su infancia, los inversores están empezando a mostrar interés.
Los entusiastas están persuadidos por sus credenciales "verdes". "Mi principal preocupación es el medio ambiente", dice Stig Omholt de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Noruega. "Si se duplica el consumo de carne en 2050, muchos bosques se perderán y los cálculos son sombríos". Omholt cita el informe de 2006 "La larga sombra del Ganado-aspectos medioambientales y alternativas" de la Organización para las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), para reforzar los argumentos. De hecho, las primeras conclusiones de un estudio publicado en agosto por la Unidad de Conservación de Vida Silvestre de la Universidad de Oxford, financiado por New Harvest, sugieren que la carne in vitro se traduciría en "disminución de un 80% las emisiones de gases de efecto invernadero, y una disminución del 90% de la tierra y el uso del agua".
En Europa existen universidades trabajando en investigación adhoc, y diversas empresas están interesadas en este tópico. Jason Matheny, miembro del directorio de New Harvest, una organización sin fines de lucro con sede en Baltimore (EE.UU) fundada en 2004 para "apoyar el desarrollo de sustitutos de la carne" se asocia también con la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore.
Para relatar los progresos recientes, Matheny cita el éxito en la producción de factores de crecimiento de bacterias modificadas genéticamente en la Universidad de Amsterdam, así como los esfuerzos iniciales para producir células animales que crecen desde algas. El precio de la carne cultivada puede ser competitivo cuando se producen a gran escala, sugiere Matheny, citando un análisis económico encargado por Omholt (ver aqui).
Mucha gente se pregunta '¿cómo sabe?" Nunca he probado, pero me imagino que las células diferenciadas de cerdo son muy similares a la carne real, porque tiene las mismas proteínas y ácidos grasos."
Fuente imagen: David Reeves
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