El consumo de carne y alcohol se relaciona con una mayor incidencia de cáncer. Esta es la principal conclusión de un estudio internacional liderado por investigadores del CSIC y el CREAF, segú informa 324.
El estudio lo han dirigido Josep Peñuelas y Jordi Sardans, investigadores del CSIC en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF). Se ha publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health. También han participado centros de Austria, Bélgica y Francia.
Para hacer el estudio se ha analizado la correlación entre dieta y cáncer en al menos cincuenta países, desde 1960 hasta 2017. El análisis cruza datos de instituciones como la FAO, la OMS, la ONU, el Banco Mundial, la OCDE, los Departamentos de Agricultura y Salud de EE.UU. o el Eurobarómetro, que incluyen información de países de todo el mundo.
El trabajo confirma a gran escala un hecho que ya se ha observado en estudios locales: que el consumo de carne y alcohol se asocia a una mayor incidencia de cáncer y, a la inversa, que comer más verduras puede ser un factor protector.
El nivel de vida
Los autores han analizado datos de prevalencia de cáncer entre 1998 y 2010 y de mortalidad por cáncer entre 1960 y 2010 y las han relacionado con el consumo de calorías, de carne, de pescado, de verduras, de alcohol, de fósforo y de nitrógeno.
Pero en el caso de los dos últimos, los resultados no han sido concluyentes, y los autores del artículo afirman que "no hemos encontrado relaciones consistentes en la relación fósforo y nitrógeno en la comida" y, por tanto, no se confirma la hipótesis de que estos elementos aumenten la prevalencia de neoplasias malignas.
La excepción del cáncer de cuello uterino
En concreto, los resultados confirman que una alta prevalencia de neoplasmas malignos entre 1998 y 2010 está relacionada con una alta ingesta de carne. Y esto se da especialmente en tumores de colon, pulmón, mama y próstata.
El consumo de carne también está relacionado con una alta mortalidad por todos los tipos de cáncer entre 1960 y 2010.
A la inversa, un elevado consumo de verduras se relaciona con una menor prevalencia de cáncer y también con una menor mortalidad.
La única excepción a estas tendencias se da en el cáncer de cuello uterino. Esto sugiere "que las causas ambientales de este tipo de cáncer pueden ser diferentes".
Los autores también han querido analizar qué pasa en los países en desarrollo. En este caso, con datos de 108 países, la esperanza de vida más alta se relaciona con una mayor ingesta de alimento. Y esto independientemente de si es de origen animal, vegetal o acuático.
Esto hace concluir a los autores que "la lucha contra el hambre es el trabajo más importante para mejorar la salud e incrementar la esperanza de vida en los países en desarrollo".
Y curiosamente, reducir nuestro consumo de carne es el camino para acabar con el hambre en el mundo. Tenemos suficientes alimentos para alimentar a cada una de las bocas humanas que existen en este planeta. El problema, es que la mitad de esos alimentos los usamos para alimentar animales (vacas, cerdos, gallinas) que el ser humano va a consumir, que sin duda comen más que una persona.
Las enormes extensiones de campos de cultivo que se necesitan para alimentar a estos animales podrían estar destinadas a aplacar el hambre mundial.
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