Próxima a participar en una competencia de natación, en Bacalar (Quintana Roo), Laura Barrera concedió a AnimaNaturalis una entrevista en la que, entre otros temas, habla de cómo fue que abandonó el consumo de carne y productos de origen animal, cómo percibe su salud, cuál es su alimentación y qué recomienda a los deportistas de alto rendimiento.
¿Desde hace cuánto tiempo practicas natación?
Me acerqué a la natación en forma recreativa a los 6 años. A mis padres les parecía que era parte de mi formación y la de mis hermanos. Mi mamá en particular ha sido una nadadora habitual. Me gustaba observarla recorrer grandes distancias en el mar, durante las vacaciones. A lo largo de mi infancia y mi adolescencia continué en la Alberca Olímpica de la Ciudad de México, donde vivo, y en la YMCA, y practiqué otros deportes como la gimnasia, y posteriormente me inicié en el yoga. Hace 13 años retomé la natación ya en forma permanente, para no dejarla más. La sensación de libertad, mi gusto por los viajes y la naturaleza, así como el consejo de un entrenador quien descubrió que más que velocista, tenía aptitudes como fondista, me llevaron a las aguas abiertas. La sensación física de ingravidez y libertad que he obtenido, es uno de los grandes regalos que he recibido de la vida.
¿Desde hace cuánto tiempo eres vegana?
Siempre me pareció que había algo extraño en consumir animales, la "carne roja" -¡hoy me suena tan extraño llamar simplemente "carne" a un animal!- así como el pollo, que incluían mis padres en mi alimentación, siempre me despertó suspicacia; pero en el medio familiar en el que, como muchos, me desenvolvía, parecía ser completamente normal. Hace una década empecé a reflexionar sobre el asunto y a dejar de comer aves, y el resto de animales, excepto peces pues se me advertía que podría enfermar si no tenía una fuente animal de proteínas. Gracias a la información disponible en internet, descubrí cómo llegaban los animales y todos sus "productos" a mi mesa, y decidí de tajo dejar de comer productos de origen animal. No consulté a un nutriólogo ni hice una investigación sobre otras fuentes alimenticias, eso vendría después: en aquel momento sólo quería parar mi contribución al sufrimiento de los animales, y dejar de hacer un daño al planeta.
¿Cuántos kilómetros nadas diariamente?
Al menos tres kilómetros que complemento con fuerza (aparatos diversos y peso libre), yoga y carrera. Entreno como mínimo una hora y media, 6 días por semana. Desde luego, soy amateur, aunque disciplinada y constante no sólo por salud sino principalmente por la sensación de seguridad y hasta diría, de poder, que me da el ejercicio. Las competencias en las que participo son a nivel master y se trata de metas personales, si bien la emoción de formar parte de un grupo de gente competitiva te vuelve también exigente contigo misma.
¿En qué consiste tu alimentación?
Mi gran debilidad desde niña ha sido lo dulce, amo las frutas suculentas como el plátano, el mango, los duraznos, las nectarinas... enloquezco con los higos y las ciruelas. Me precio de conocer y haber saboreado numerosas frutas exóticas como el lichi, las carambolas, las pitayas o la fruta de la pasión, pero suelo incluir en mi dieta frutas de temporada, por practicidad y economía. Los cereales, las leguminosas, los frutos secos y las semillas de diversas plantas me parecen una delicia. Considero que comer debe ser no sólo un medio de subsistencia sino un placer y una forma de convivir y compartir con los demás. El pan y los quesos vegetales nunca faltan en mi alacena. Granola y leches de arroz, almendra o coco, siempre habrá en mi refrigerador. Hamburguesas, salchichas vegetales y carne de soya, papas en todas sus variedades, son alimentos que también incluyo. Eventualmente los antojitos, como nuestros mexicanísimos tlacoyos de haba o de frijoles, están presentes en alguna reunión, pues son fáciles de preparar en casa además de que el maíz es fuente de vitamina B, entre otras propiedades. Los postres son un lujo del que tampoco me suelo privar. Pienso en mi alimentación y con regularidad examino mi estado físico, pero definitivamente soy lo más alejado a una persona ortoréxica, la única restricción que tengo son los productos de origen animal, por salud y por ética. Me guío mucho por lo que me pide mi organismo y por la manera en que los alimentos me hacen sentir física y emocionalmente.
¿De dónde obtienes la proteína?
La proteína es fundamental para practicar deporte; mantener o aumentar la fuerza, el tono y la masa muscular, requiere de dosis adicionales por el desgaste físico. Por un lado los azúcares te dan energía, pero es necesario consumir diariamente cantidades importantes de proteínas que se obtienen de chícharos, frijoles, lentejas -la receta de mi abuela incluye plátano macho, ¡buenísimo!-, también nueces, almendras y el que considero el producto rey de mi alimentación: la soya, uno de los alimentos más versátiles y nobles que existen. Aunque me gusta comer bien y rico, no dedico mucho tiempo a la cocina, así que suelo comprar carne de soya en muy diversas presentaciones, casi lista para comerse: quesos, cremas, leches y hasta embutidos de soya. Para tener una fuente adicional que apoye mi actividad física, incluyo un multivitanímico, sobre todo vitamina B12. No soy partidaria del consumo indiscriminado de suplementos, pero por comodidad agrego a mi alimentación cápsulas de aceite de linaza o canola, que aportan Omega 3 -mucha gente no sabe que el Omega 3 se obtiene no sólo de peces, sino de fuentes vegetales-. Las cápsulas de alga espirulina me dan una dosis adicional de proteína.
¿En qué consiste tu rutina de entrenamiento?
Cada día es distinta, pero semanalmente incluye como cuatro sesiones de natación, dos de pesas (fuerza), cuatro de carrera y una de yoga. La natación es la práctica que más me interesa y, complementariamente, las otras actividades apoyan mi interés en el nado en aguas abiertas. Como vivo en la Ciudad de México, no es sencillo ni económico viajar a la playa, por lo que mi entrenamiento en aguas abiertas lo complemento con frecuentes recorridos en el río de Las Estacas, en el Estado de México. En natación y pesas tengo dos entrenadores que me guían con rutinas específicas, según la meta que tenga frente a mí. La guía profesional, en mi caso, resulta fundamental, pues la mirada de un conocedor, sus conocimientos y experiencia no pueden sustituirse por la voluntad personal.
¿Has notado alguna diferencia en tu rendimiento, respecto a cuando no eras vegana?
Justamente mi entrenamiento en forma más intensa, coincidió con mi cambio de alimentación, y diría que también de vida y consciencia. Concretamente en el ejercicio me he sentido mucho más ligera, y hace años que no padezco ninguna enfermedad de tipo digestivo, a diferencia de cuando era omnívora. Las pruebas de laboratorio indican que estoy completamente sana y así me siento. Tanto en el trabajo aeróbico como en el anaeróbico tengo energía, mi masa muscular ha aumentado -también mi ingesta de carbohidratos y proteínas- y mis niveles de grasa corporal se mantienen entre 17 y 18%. El liberarme de los productos animales creo que también ha tenido un impacto en mi vida emocional e intuyo que ello ha mejorado mi vida en general, incluida la parte deportiva.
¿Cuál es la reacción de tu entrenador al saber que no comes carne? ¿Te ha sugerido que lo hagas para dar mejores resultados en las competencias?
Existen muchos prejuicios y desconocimiento sobre el vegetarianismo y el veganismo. La mayor parte de los entrenadores recomiendan comer carne y pescado. Considero que esto tiene qué ver más con un asunto de costumbre y cultural, pues no hay evidencia científica de que las proteínas animales sean de mejor calidad que las vegetales. Incluso las condiciones en que los animales son criados y alimentados, hacen de su carne un riesgo para la salud. Esto no lo saben la mayoría de mis entrenadores. He hecho la prueba de no comentarles nada, y cuando se enteran meses o años después de trabajar conmigo, no lo creen. Me resulta divertido, pues en ese punto, conociendo mi rendimiento, no pueden afirmar que los animales sean indispensables y ni siquiera necesarios en una dieta. Me gusta su sorpresa.
¿Aumentas algún tipo de alimentos durante tu preparación para las competencias? ¿O tu alimentación no varía radicalmente?
Durante entrenamientos normales consumo altas concentraciones de proteína, unos 65 gramos al día. Cerca de una competencia aumenta mi consumo de carbohidratos, y previo a la competencia y durante la misma incremento la glucosa... ¡músculo y energía!
¿En qué competencias has participado?
He participado en triatlones y he nadado en aguas abiertas en Veracruz, Valle de Bravo, Huatulco, Ixtapan de la Sal, Acapulco, Cancún. En Bacalar es la segunda ocasión en la que participo. En triatlones las distancias de nado son de 1,500 metros aproximadamente, pero en realidad yo me siento mucho mejor en distancias más largas, que requieran más resistencia que velocidad: al menos tres y hasta diez kilómetros de nado. Es el caso de Bacalar, que serán cinco kilómetros. La Laguna de Siete Colores es un lugar hermoso, se trata de un bello reto.
¿Cuál sería tu consejo para otros deportistas respecto a la alimentación?
Que no se dejen llevar por prejuicios, que dediquen un poco de su tiempo a investigar fuentes alternas de proteínas y otros nutrientes (hierro, calcio u Omega 3) a las fuentes animales. Evitarán muchos de los problemas que impiden una vida sana: el alto colesterol o los problemas cardiacos que provoca, por ejemplo, la carne de cerdo; el riesgo de padecer cáncer de páncreas o diabetes, que generan los embutidos; las grasas saturadas de los lácteos, todos ellos bombas de tiempo para nuestra salud, y que nos alejarían del deporte que tanto nos gusta y nos beneficia. Si ya son vegetarianos o veganos no cambien su dieta por presión de sus entrenadores. Ser deportista es un privilegio y un placer; si además nos gustan la naturaleza y las prácticas al aire libre, descubriremos que los animales son parte de ese entorno del que disfrutamos. Permitamos que otros seres tan similares a nosotros también tengan una vida en libertad y bienestar.
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