Antes creíamos y decíamos que todavía quedaba tiempo para conseguir modificar algunos aspectos relacionados con la devastación del planeta a manos del hombre pero hoy definitivamente ya no lo tenemos, o lo que queda es realmente poco, así que ese tiempo hay que usarlo, en principio, para cambiar la mirada, para alimentar el amor hacia todo ser vivo, para elevar la conciencia. Y cuando digo elevar la conciencia digo también mirar al otro con el respeto que merece cualquier vida.
Creo que todo, inexorablemente, en la vida produce dolor en algún lado y cuanto menos dolor podamos causar, más livianos iremos por esta etapa.
Tal vez la camisa que hoy estoy usando fue hecha en algún sitio en donde quienes trabajaron para confeccionarla fueron explotados de alguna manera, en donde su trabajo fue mal remunerado, o fue hecho en pésimas condiciones de higiene y tal vez eso sea lo que yo también leo como dolor e injusticia. No puedo concebir la idea de satisfacción cuando a su lado hay sufrimiento.
Entonces hay que ser conscientes de cada acto en nuestra vida. Cada pequeño movimiento que hacemos tiene efecto en algún otro lado. Ante eso yo me pregunto: ¿es necesario vestirse con ropas de cuero a sabiendas del dolor que eso provocó? ¿Es necesario matar animales para alimentarse? No, no lo es.
Creo que en la vida todo es alimento y todo nos forma. Lo que leemos, lo que vemos, lo que ingerimos, lo que escuchamos hace a una persona y nutre el espíritu. En algún lugar todo eso va dejando huella y marca un camino.
En mi caso, por ejemplo, los discos que escuché influyen en mi manera de tocar música, los libros que leí, en la forma de escribir o en el léxico al hablar, entonces ¿por qué no lo harían los alimentos que ingerimos en nuestra forma de manifestarnos? La comida en el comportamiento humano ocupa un lugar trascendental.
Hipócrates (tal vez padre de la medicina moderna occidental) decía: “Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina”. Si se supiera abiertamente el doloroso y sufrido camino que recorre un animal para terminar en un plato, creo que sólo inconscientes y desalmados podrían alimentarse de ellos.
Sistemáticamente me pregunto: ¿qué mensaje de amor y de esperanza puede dar la raza humana cuando un porcentaje tan alto de su población se alimenta de cadáveres?
La muerte y el sacrificio parecieran ya no sólo ser la moneda corriente sino lo natural. Anuncios por las calles en donde se vende la carne más rica, la más preciada. El dolor del otro ya parece no importarnos.
Son pocos los seres que a lo largo de la historia pueden ser usados como ejemplo. Cada uno sigue y escribe su propio camino, tiene sus propias convicciones, tribulaciones, dudas y errores pero sí creo que quienes conocemos esta verdad absoluta, la del respeto a toda entidad viviente, debemos comunicarlo y si además sabemos que esto modificará el rumbo de un planeta devastado, debemos unirnos con premura.
Y cuando esto logra verse el camino, sin duda no tiene retorno, ya no se puede mirar atrás, por el contrario, siento que se extrema a cada paso. Y ahí es en donde hay que empezar a comunicar el concepto de un mundo vegetariano.