Hace ya más de 7 años que me hice vegana junto con Ángel, mi marido. En aquel entonces, no conocíamos a nadie que fuese vegano y tampoco nadie de nuestro entorno era vegetariano, pero hubo una serie de hechos que desencadenaron el que tomásemos una decisión tan importante y que ojala hubiéramos tomado mucho antes.
En la toma de esa decisión, influyeron dos hechos principalmente, por un lado que adoptáramos una perrita de la protectora de animales, Sombra. Yo nunca había tenido un perro, no había convivido con animales, y creo que Sombra despertó en mí, una empatía hacia ellos que no tenía. Vi como tenían su propia personalidad, como sienten afecto, sufren, tienen su traumas, etc. Y por otro lado, nos influyó el documental “Ámame encarnecidamente” de documentos TV. En ese documental, se abordaba el tema de la carne, desde el punto de vista medioambiental, pero aparecían en él ciertas imágenes de cómo se trataba a los pollos en los mataderos y no nos gustó. Fue entonces cuando empezamos a indagar sobre el trato de los animales en la industria, y decidimos comer carne, huevos y leche ecológicos, por aquello de que están en mejores condiciones porque pueden pastar. Pero el comer ecológico, nos duró un mes, pronto nos dimos cuenta de que aquellos animales iban al mismo matadero y que si se podía vivir sin comer animales, porque no hacerlo. Nos hicimos veganos de un día para otro. Al principio como es lógico te asaltan dudas, ya que tienes tan interiorizado que hay que comer carne para estar sano, beber leche por el calcio, etc, que tienes miedo a enfermar. Pero nada más lejos de la realidad fue todo lo contrato, nuestra salud y vitalidad creció con el cambio.
El proceso de hacernos veganos, cada uno lo vivió de una forma, en mi caso fue más fácil dejar la carne que para Ángel, ya que él, hijo de carnicero, comía bastante y le gustaba mucho. Sí con lo ‘carnívoro’ que era, él ha podido, ¡cualquiera puede! os lo aseguro, y en su caso por eso, aún tiene mucho más mérito. Ahora después de 7 años lo tiene más que superado, además la carne vegetal de hoy en día, ya no tiene nada que envidiar a la carne de verdad. La textura, el sabor, la cantidad de proteína, todo es igual, o mejor, pero sin sufrimiento y mucho más ética y sostenible.
En casa nos repartimos las tareas de manera que yo me encargo de cocinar, porque ¡me encanta! Cocinar me relaja, siempre me ha gustado, pero al hacernos veganos, el acto de cocinar se volvió mucho más satisfactorio. El saber que en la confección de un delicioso plato no había sufrimiento, ni nadie había tenido que morir ¡es una sensación genial!.
Aunque me hice vegana por los animales, sentí que tenía la responsabilidad de alimentarme bien para estar saludable y que así la gente viera que era sano ser vegano. También tenía la responsabilidad de cocinar rico para que la gente de mi entorno viera que la comida vegana es deliciosa. Y todo esto me llevó a la pasión que siento por la cocina, la nutrición y el deporte. Estilo de vida saludable que ahora practico. Tengo que decir que antes fumaba, bebía, no me alimentaba ni la mitad de bien que ahora y no hacía deporte. Por tanto, puedo decir que el veganismo entre otras muchas cosas, me ha regalado esto, el sentirme mejor que nunca también a nivel físico y de salud a parte de a nivel de conciencia y paz espiritual.
De hace 7 años a estar parte, el veganismo ha crecido, ahora hay más información, más productos en los supermercados, por tanto vemos como el veganismo evoluciona día a día y está mucho más normalizado. Aún y así, podemos encontrarnos solos si no conocemos otros veganos o no tienes la gran suerte que tengo yo de compartir mi vida con otro, por tanto os ofrezco todo mi apoyo si tenéis cualquier duda, contactad conmigo, ¡por favor!
Como podéis ver en la foto, después de Sombra, la familia creció (los 4 son veganos como sus papás)!