Desde muy pequeña he vivido rodeada de animales y he sentido una gran empatía hacia ellos. Por eso, también desde muy pequeña, intenté varias veces hacerme vegetariana. Sin embargo, aunque mis padres me lo permitieron, nunca me apoyaron con mi decisión y me obligaban a mantener una dieta basada únicamente en ensalada, así que siempre lo terminaba dejando.
Un día, ya en la universidad, estaba en Instagram cuando vi una frase que me llamó la atención: "Si te gustan los animales pero te los comes, entonces no te gustan los animales, te gustan las mascotas". Esa frase me abrió los ojos y decidí volver a intentarlo. En mi colegio mayor había menú vegetariano así que me apunté sin dudarlo. Después, gracias a una amiga, comencé con el activismo: manifestaciones, vigilias, concentraciones, campañas, charlas, actividades... Pronto me di cuenta de que ser vegetariana seguía siendo algo hipócrita, pues la crueldad no se esconde solo tras un filete y no tenía sentido luchar por unos mientras seguía contribuyendo a la explotación y muerte de otros. Así, decidí hacerme vegana, y hasta hoy creo que es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Ahora vivo coherente a mi ética y vivo cada día sabiendo que mi existencia no supone privar a nadie de la suya.